OPINIÓN

UN LEGADO EN VIDA.

CUENTO # 17

CUENTOS DE CUARENTENA.

Cuando se supieron enfermos, dos números más en las estadísticas del COVID 19, mi hermana y su esposo se quedaron en su casa, perpetrados con los medicamentos prescritos, suficientes alimentos y básicos para no tener que salir y agradeciendo el poder hacerse compañía el uno al otro.

Esperaban lo mejor, aunque se prepararon para lo peor. Cuando el intenso dolor de cabeza y la fiebre se los permitía, revisaban sus papeles para asegurarse que todo estuviese en regla.

Escribieron un documento para hacer constar qué debía hacerse con las cosas importantes de su vida en caso de que ellos no lograran sobrevivir.

No conozco este escrito a detalle, y créanme amigo, que estoy enormemente agradecida porque ellos lo lograron y siguen aquí, para
acompañarnos otro rato en este viaje que llamamos vida terrena.

Pero, hace unos días, charlando con ella, me enteré de la existencia de esa previsión, que tenían lista para el caso.
Si ellos llegaban a faltar, una de sus mayores preocupaciones, era el bienestar de sus siete perritos. En caso de que esto sucediera, estaba escrito que mi esposo y yo nos hiciéramos cargo de la familia canina,
para garantizar su protección y asegurarnos que no les faltase nada.

No me lo comentó nunca, mientras estaban enfermos. Ella no quería ni pensar en cómo resolveríamos el asunto, o qué haríamos con su gran familia perruna.

Cinco de los siete, son en verdad una familia. El padre, la madre y tres hijas, que ellos adoptaron y no tuvieron el corazón para separar. Dos más, de otras razas. Ella lleva muchos años rescatando perros y gatos y
reencontrado hogar para ellos, en su cuenta personal como rescatadora, debe haber unos cuarenta gatos y muchos más caninos.

Pero le ha sucedido, como ahora, que el cariño por ellos le gana, o no aparece nadie dispuesto a la adopción, y los perritos se quedan a vivir con ellos.

¿Qué hubiera pasado, me pregunto, si yo heredaba esta responsabilidad?
También amo a los animales, en especial a los perros, que tienen una manera tan perfecta de mostrarnos amor incondicional y lealtad.
Dudo que tuviera el corazón y las agallas para separarlos, a menos que realmente alguno de ellos me fuera pedido por alguien de quien yo estuviese segura que sería amado y cuidado como lo han sido hasta ahora. Tal vez, uno de mis hijos. Solo así…

Pero me es más fácil y probable, imaginarme rodeada de estos bellos sobrinos peludos, que cada vez que voy a su casa, me rodean, me
saludan cariñosamente y se quedan a mi lado, encima de mi y de mi esposo a quien también aman, convertidos en cobija que respira y regala mimos.

Lloraría enormemente la pérdida de mis seres amados, y sentiría algo de
consuelo cuidando a sus siete enanos.
Pero, gracias al cielo, que no es así como termina este cuento.

Celebremos hermana, que tú y tu pareja siguen aquí, y con ustedes, esta
familia perruna que los adora, con toda razón.

Empero. lo digo en voz alta: Me siento honrada, ¡Y mucho! Porque nos
elegiste, a mi esposo y a mi, como las personas en quienes confiar a tus
seres amados.

Con amor, y gran alegría por tu recuperación,
Marissa Llergo.

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