OPINIÓN

LA PRINCESA.

Hace poco volví a escuchar el cuento escrito por Jorge Bucay, de aquella princesa que decretó que se casaría con aquel que la aguardara por 365 días a la intemperie, al lado del muro del palacio donde ella vivía sin separarse ni un solo día.

Si no lo conoces querido lector, te lo contaré brevemente. Después de haber soportado todo, y habiendo sido ya elegido por la princesa para ser su esposo, él concluyó su vigilia un día antes de cumplir los 365 pactados.

Cuando llegó a su casa, su madre le preguntó:

– Querías tanto a la princesa, estuviste allí 364 noches, y te fuiste faltando solamente una. Por qué?

– porque, si todos esos días me vio sufrir, y no fue capaz de terminar con mi tormento, significa que jamás me amará como yo a ella.

PUM!

Realmente nunca había entendido esta historia, hasta ahora, Será porque me veo y siento reflejada en ciertos aspectos.

Yo también amé demasiado, dando todo mi ser, con la esperanza de obtener la misma respuesta. Mi lema, y estaba escrito en mi celular, era: “El amor es la fuerza que mueve al universo”.

Si lo es, pero no de la manera que yo quería creer. El amor para mover el universo, tiene que comenzar en uno mismo.

Porque de nada sirve amar a quien no nos ama. A quien en lugar de amarnos, solamente nos quiere, o necesita. O tal vez ni siquiera eso.

Ni hay nada más destructivo que amar a otra persona, más que a ti mismo.

De hecho eso no es amor, es dependencia emocional, y tiene sus raíces en experiencias y heridas que vivimos en la infancia.

Los primeros años de nuestra vida son claves para la autoestima, porque es cuando se desarrolla, gracias a lo que nuestros padres, maestros y familiares cercanos nos dicen, y a la manera en que nos tratan.

Si durante la niñez no recibimos la atención y el amor necesarios, pueden generarse heridas de autoestima y amor propio.

Esto se ve reflejado en cómo nos relacionamos con el mundo, y con el tiempo, puede convertirse en dependencia emocional. En una relación de pareja, se caracteriza por una intensa necesidad del otro, sentimiento de temor a que la relación se acabe y una sensación de malestar y sufrimiento la mayor parte del tiempo.

Todas las personas tenemos un grado de dependencia afectiva. Esto es necesario para poder relacionarnos con otras personas. Se convierte en problema cuando un persona se deja controlar por una necesidad de aprobación. Esto también puede generar que se sientan culpables del maltrato que puedan recibir por parte de sus parejas.

La relación se convierte entonces, en una “montaña rusa” de emociones. Eso es extenuante.

Por lo general, los hombres que tienen dependencia emocional la expresan de una forma agresiva. Es decir, intentan satisfacer sus necesidades de afecto, pero al mismo tiempo menosprecian a su pareja.

En cambio, las mujeres con dependencia emocional suelen usar técnicas de afrontamiento evitativo, relacionadas con la negación y el autoengaño , que conducen a un registro de realidad distorsionada.

Como ya lo escribí en un párrafo anterior, mi querido lector, TODOS tenemos un grado de dependencia afectiva. Y a veces, la línea que separa lo saludable de lo enfermizo, es muy delgada.

Una cosa es segura: si estas sufriendo, si el amor te hace sufrir, algo no está bien. Y te tengo buenas noticias! En tus manos está el remedio, puesto que eres el dueño de tu mundo, de tus reacciones, del manejo de tus emociones, y de tu historia.

Claro que, como yo, para liberarte de tus ataduras emocionales, puedes necesitar ayuda profesional. No hay nada de malo en ello. Para aprender a escribir, necesitas de alguien de sepa y pueda mostrarte cómo. De igual manera, para aprender a VIVIR, y a disfrutar nuestra vida, podemos pedir consejo.

El punto, es no quedarte donde estás, y sin hacer nada al respecto. Yo, ahora mismo, te paso el ingrediente principal.

ÁMATE!

Marissa Llergo

Escritora y poeta

Del grupo permanente de editores.

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