OPINIÓN

EN LA CAMA Y EN LA CÁRCEL…

CUENTOS DE CUARENTENA.

CUENTO # 13

Dice así el antiguo adagio: “En la cama y en la cárcel, se conoce a los amigos”.

Y resulta que en estos tan duros días que he vivido enfermo, me he dado cuenta, que es muy cierto. Como casi todos los refranes que hemos heredado de los abuelos.

Cuando comenzaron los síntomas, me quedó claro que no era un resfriado cualquiera. Perdí el sentido del gusto y del olfato. El dolor invadió cada rincón de mi cuerpo.

El cansancio extremo, la dificultad para respirar, hicieron presa de mí.

Los análisis me demostraron positivo al Covid. Y el examen que me hizo el médico, expuso que o estaba tan grave como para quedarme en el Hospital.

Que podría convalecer en mi casa. Qué bueno, porque no sabía qué hacer con mi
mascota.

De hecho, su compañía tan leal y amorosa fue para mí, un enorme consuelo.

Solía prepararle sus platos con esmero, pero por estas dos semanas, tuvo que conformarse con croquetas y agua. Ya el levantarme para ponerlas en su plato, suponía un esfuerzo enorme.

Cada vez que le servía a ella, aprovechaba para comer algo. Tenía muy claro que debía alimentarme para luchar contra la fiebre y el desgaste de la enfermedad.

Pero, era como masticar cartón. No sentía ningún sabor y me costaba tragar.

Como bálsamo, comenzaron a llegar mensajes, llamadas, de aquellos que se fueron enterando y procuraron expresar su preocupación y cariño.

Hasta flores y dulces, llegaron a la puerta de mi casa.

Ahora que ya me siento mejor, que nuevamente puedo saborear lo que como y bebo, y sentarme un rato bajo el sol sin sentir aquellas terribles punzadas en mis ojos y cabeza, puedo ordenar mis pensamientos, y darme cuenta que justamente
en ésos momentos tan difíciles para mí, los amigos y parientes que en verdad me aman, tomaron de su tiempo y energía amorosa, para hacerla llegar a mi teléfono, a mi puerta y a mi corazón.

Pero otros no.

Estas son las grandes sorpresas que la vida nos da. Hubiera puesto mis manos al fuego por varias personas de quienes estaba segura se preocuparían por mí.

Y me hubiese quemado.
Quien de verdad te quiere, tiene en esos instantes difíciles, la oportunidad para demostrarlo.

 

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