OPINIÓN

HUELE A DERROTA.

No es por intrigar, tampoco queremos ser aves de mal agüero, pero huele a derrota. El barco priista se hunde y los responsables de la campaña de José Antonio Meade hacen esfuerzos sobrehumanos para mantener a flote la embarcación.

¿Qué ha fallado? ¿Por qué Meade no crece? ¿Podrá salir del tercer lugar y luego ganarle a AMLO? Veamos.

En dos meses de precampaña José Antonio Meade no ha podido remontar en las preferencias de los electores. Así lo revelan todas las encuestas. Se ha estancado. Se encuentra muy lejos de Andrés Manuel López Obrador y por debajo de Ricardo Anaya.

Esta amarga realidad está provocando preocupación en los mandos priistas. Y aunque sus coordinadores de campaña minimizan el rezago diciendo que la campaña aún no comienza, en las reuniones secretas de su cuarto de guerra el temor y la angustia los oprime.

Para salir del hoyo Meade ha decidido relanzar su campaña incorporando a un experimentado grupo de políticos entre los que destacan Miguel Ángel Osorio Chong, Manlio Fabio Beltrones, Beatriz Paredes, Carolina Viggiano, René Juárez, Aurelio Nuño, Eruviel Ávila, José Ramón Martel, Alejandra Sota y Humberto Roque Villanueva, entre otros.

Los estrategas de Meade coinciden en que si en los próximos 30 días no logran colocar en segundo lugar a su candidato será muy difícil empatar y luego derrotar al Peje.

Para lograr este objetivo se ha orquestado una despiadada campaña de lodo contra Ricardo Anaya a quien están acusando de lavado de dinero. Buscan los priistas desprestigiarlo para sacarlo de la jugada, hacerlo picadillo para que la contienda sea sólo entre Andrés Manuel y José Antonio Meade.

La apuesta es que si Meade y AMLO son los finalistas, el candidato del PRI se beneficiará del voto útil por el miedo que muchos electores sienten de imaginar que un populista llegue a la silla presidencial.

Sin embargo esta estrategia que es hija de la desesperación no toma en cuenta otros factores más importantes que son los responsables del rechazo y hundimiento del PRI.

Si el partido gobernante está hoy en el sótano es por motivos más poderosos que nacen en la mente y corazón de los ciudadanos. El humor social está como agua para chocolate por los muchos actos de corrupción cometidos por la clase política priista. La marca PRI está desprestigiada. Los escándalos de corrupción protagonizados por ex gobernadores y otros miembros distinguidos de este instituto político han afectado su legitimidad y prestigio.

Enfurece a los ciudadanos los altos niveles de impunidad que solapan las instituciones de procuración e impartición de justicia. Igualmente indigna la incapacidad del gobierno para frenar la inseguridad en el país y la trágica pobreza en la que viven más de la mitad de los mexicanos. Todas estas razones alimentan el rechazo hacia el PRI y no sólo la habilidad de Anaya para colarse al segundo lugar provocando con ello el derrumbe de Meade.

Hay una ira irracional hacia el PRI. A la mayoría de los electores no les importa si AMLO o Anaya ganan la elección el primero de julio, lo que quieren es humillar al partido de Peña Nieto sacándolo de Los Pinos.

Según diversos sondeos realizados en febrero de este año 47 % de los mexicanos nunca votaría por este partido.

Otro error en la campaña que tiene de rodillas a Meade es promocionarse como el candidato de la continuidad a pesar de que múltiples investigaciones han documentado que los mexicanos quieren un cambio. Los estrategas del PRI no quieren entender que hay un monumental hartazgo por el actual estado de cosas. No han sido capaces de comunicar que Meade puede garantizar un cambio sin sobresaltos y hacer las cosas de manera diferente a como las ha hecho hasta ahora el gobierno.

El candidato priista no se ha atrevido a romper con el presidente Enrique Peña Nieto a pesar de que el ocupante de Los Pinos está muy mal calificado y se ha convertido en un lastre para su campaña.

Otra trinchera en la que Meade ha perdido la batalla es en la percepción que genera. Se le ve errático, artificial, rezagado, sin pasión, como el que puede perder. Le falta carisma. Esto resulta relevante porque en política lo que parece es. Política es percepción, lo sabemos desde hace mucho.

Hasta hoy AMLO ha ganado la diputa en el terreno de la percepción. El imaginario colectivo lo ve como el candidato más fuerte, el imbatible, el competidor a prueba de balas. Los feroces ataques que le ha propinado sus adversarios no le han tumbado ni una pluma a su gallo. Sigue en primer lugar en todas las encuestas.

Otro indicador de la caída del PRI son los números que reportan los sondeos que investigan acerca de las preferencias electorales en los estados en donde habrá elección de gobernador el primero de julio.

Según la empresa Massive Caller sólo en Yucatán el tricolor es competitivo. Aunque allí va en segundo lugar podría ganar. En el resto de los estados está hundido hasta el tercer sitio. Morena puede triunfar en Chiapas, CDMX, Morelos, Puebla, Tabasco y Veracruz. Y el Frente conformado por el PAN-PRD y MC pueden ganar Guanajuato, Jalisco y Veracruz.

Así que no es mala fe o ganas de molestar pero el partido gobernante puede perder las elecciones del primero de julio. Ya vimos que hay razones estructurales que lo han colocado en esta sombría situación.

Negro panorama para el PRI que puede perder la elección presidencial, la mayoría de la gubernaturas en disputa y una buena parte de los asientos en las cámaras de diputados y senadores.

CARAS Y CARETAS.

Este domingo 4 de marzo se cumplen 89 años de la fundación del Partido Revolucionario Institucional. El PRI llega a esta fecha en medio de claros indicios que anuncian grandes peligros. Vive horas inciertas.

Sin autocomplacencias y con una buena dosis de autocrítica los priistas pueden intentar en el marco de esta celebración cambiar el errático rumbo que han tomado. Aunque no sé si aún están a tiempo o si el tren de la historia ya los dejo varados en alguna estación de paso.

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