OPINIÓN

EL PRI Y SU CONSULTA A LA BASE.

Que los militantes decidan// Abrazar la democracia// Riesgo de división interna// José Narro hace proselitismo en San Luis// Elección hasta agosto.

Se ha complicado la elección de los nuevos dirigentes nacionales en el PRI. Todo marchaba muy bien hasta que el Instituto Nacional Electoral (INE) puso condiciones imposibles de cumplir.

Hace dos semanas el INE hizo saber a Claudia Ruiz Massieu, dirigente nacional, que para proceder a la elección, el PRI tendría que pagar 230 millones de pesos. Además, le dejó en claro que el proceso electivo se llevaría a cabo siempre y cuando existiera un padrón de militantes debidamente avalado por la autoridad electoral.

El partido tricolor afirma tener 6 millones de militantes en su registro partidario. Pero hay indicios de que miles de ellos fueron incluidos de manera irregular por lo que de comprobarse esta anomalía se haría acreedor a multas multimillonarias. El INE presentó ya 10 mil denuncias por esta alteración por lo que el PRI puede alcanzar una sanción de 430 millones de pesos. Además, no cuenta con finanzas fuertes. Este año sus prerrogativas disminuyeron, rondan los 840 millones de pesos, ello debido al desplome en su votación el año pasado. Sólo para comparar hay que decir que en 2018 el PRI recibió mil 95 millones de pesos en subsidios. Así que si se suman los 230 millones que costaría organizar la elección, más las posibles multas por presuntas irregularidades de su padrón de militantes (430 millones) tenemos un panorama desolador que inhibe la intención de que sea el INE quien organice la elección.

Ante estos obstáculos intransitables los sectores más conservadores del PRI vieron la oportunidad de regresar a viejas y desprestigiadas prácticas de “democracia dirigida” (dedazo disfrazado). Empezaron a presionar para que se cambiara el método y se optara por una elección cerrada en donde votarán únicamente los consejeros políticos nacionales y estatales. Unos 18 mil priistas de élite.

Esta conspiración para cambiar lo acordado el pasado 27 de febrero por el Consejo Político Nacional (CPN) cuando decretó utilizar la Consulta a la Base Militante y firmar convenio con el INE, provocó de inmediato reacciones de rechazo abanderadas principalmente por Ivón Ortega y Alejandro Moreno – dos de los precandidatos- porque se interpretó como una jugada tramposa para beneficiar a uno de los aspirantes.

Las acciones de resistencia frente a este intento de desvío presionaron fuertemente a Claudia Ruiz Massieu a tal grado que en la Sesión Extraordinaria del Consejo Político Nacional del pasado 6 de mayo, se vio obligada a manifestar que el método originalmente acordado no se cambiaría y que el PRI organizaría por sí mismo la elección.

Aún no hay convocatoria, ni se ha instalado la Comisión de Procesos Internos (El Colegio Electoral priista) para recibir las solicitudes de los aspirantes; tampoco se sabe si entre competidores se pactarán alianzas, pero la elección debe llevarse a cabo a más tardar la última semana de agosto, fecha en que termina el periodo estatutario de Claudia Ruiz Massieu y Arturo Zamora Jiménez.

La Consulta a la Base Militante es una apuesta riesgosa. Puede ser el inicio de una etapa en la que se acredite que ha quedado atrás la era de la imposición y la antidemocracia, pero también hay que reconocer que cuando se ha practicado termina provocando profundas divisiones.

Ha sido un verdadero dilema decidir qué método emplear. A los conservadores del PRI no les gusta correr riesgos. Quieren una elección a la antigüita donde la cultura de la “línea” sea la que decida. Pero miles de priistas en el país exigen democracia porque, como ha dicho Ivón Ortega, “los militantes están encabronados porque no se les toma en cuenta”.

Así que como dijo el clásico: “haiga sido como haiga sido” el caso es que la Consulta a la Militancia va.

Si el experimento funciona el PRI podrá decir que ha iniciado un ciclo virtuoso de renovación. Pero si termina mal, la crisis que hoy vive se acentuará y el desprestigio aumentará.

La suerte está echada. Veremos qué pasa.

José Narro hace proselitismo en San Luis. Es un fuerte aspirante.

Le fue bien al doctor José Narro Robles en su gira proselitista por San Luis Potosí. Tuvo encuentros con dirigentes y militantes del PRI que lo cuestionaron y le hicieron saber de sus agravios. El doctor se vio bien en sus respuestas y convenció.

Estuvo en Ciudad Valles, Rioverde y la capital del estado.

Es un hombre sencillo, que comunica bien. Goza de enorme prestigio, experiencia y conocimiento de la política nacional. Dejó una buena impresión entre los priistas.

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