OPINIÓN

CANDIDATOS INDEPENDIENTES VS PARTIDOCRACIA.

Los candidatos independientes son ciudadanos que buscan terminar con el monopolio de la representación política que hasta hace poco beneficiaba únicamente a los partidos. Por esta razón son vistos como una amenaza. Se obstaculiza su avance porque podrían terminar con los privilegios de los políticos de siempre.

La participación de los Independientes va a forzar que los partidos cuiden la calidad de su democracia interna. Que abandonen gradualmente la imposición, el compadrazgo y la simulación a la hora de seleccionar candidatos. Si los partidos quieren seguir siendo los preferidos de los ciudadanos deberán abstenerse de postular sinvergüenza, cortesanos y oportunistas. Si no lo hacen corren el riesgo de profundizar su desprestigio. No deben subestimar que los Independientes son una alternativa de participación cívica para todos aquellos que están hartos de la antidemocracia, arbitrariedad y excesos que se cometen en los partidos.

Es oportuno recordar que existe una historia de lucha que hizo posible que nuestra Constitución reconociera el derecho de los ciudadanos a participar como candidatos independientes.

Si bien nuestra Carta Magna reconoce en su artículo 35 como derechos del ciudadano votar en las elecciones y poder ser votado, por décadas sólo los partidos fueron la vía legal para postular candidatos a puestos de elección popular.

Fue hasta 2006 cuando un ciudadano se atrevió a desafiar esta injusticia.

Sucedió que en aquel año Jorge Castañeda Gutman solicitó su registro como Candidato Independiente para competir por la presidencia de la república y las autoridades rechazaron su solicitud alegando que no era posible porque solo los partidos políticos podían postular candidatos.

Castañeda recurrió entonces a Tribunales Internacionales para defenderse de ésta violación de sus derechos políticos. Dos años después, en 2008, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado mexicano a reformar sus leyes a fin de que los ciudadanos tuvieran garantizado su derecho a ser electos sin que obligatoriamente pertenecieran a un partido.

Fue entonces que en 2009 una reforma política argumentó que uno de los grandes retos de nuestra democracia era fortalecer la participación activa y responsable de los ciudadanos en la definición de los asuntos públicos. Para ello era necesario promover escenarios que permitieran un equilibrio entre el principio de acceso al ejercicio del poder político a través de los partidos y las candidaturas independientes.

Después de dimes y diretes fue aprobada la reforma constitucional que dio vida a la figura de los Candidatos Independientes un 19 de abril de 2012.

A partir de ese momento la Constitución estableció en su Artículo 35 que “……El derecho de solicitar el registro de candidatos ante la autoridad electoral corresponde a los partidos políticos así como a los ciudadanos que soliciten su registro de manera independiente y cumplan con los requisitos, condiciones y términos que determine la legislación”.

Vinieron después las elecciones de 2015 en las que por primera vez fue posible la participación de candidatos independientes. Hubo en aquella ocasión casos de éxito. Los más emblemáticos y sonados fueron los triunfos de Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” que ganó la gubernatura de Nuevo León, Pedro Kumamoto Aguilar, vencedor como diputado local en Jalisco y Manuel Clouthier Carrillo conquistador de una diputación federal en Sinaloa. A nivel de presidencias municipales los candidatos independientes que vencieron fueron los que compitieron en García, Nuevo León, Comonfort, Guanajuato y Morelia, Michoacán.

Pero no se piense que participar como candidato independiente es sencillo. Los que se atreven a tomar este desafío deben estar dispuestos a sufrir un doloroso vía crucis. Se les exige las perlas de la virgen para ser admitidos como competidores. Deben crear una Asociación Civil, darse de alta en el SAT, abrir una cuenta bancaria, informar de su aspiración al INE-CEEPC por escrito, recabar miles de firmas, nombrar representantes ante los Consejos General, local y distrital del INE y además se les fijan topes de campaña miserables. Los ponen a competir con un pie y una mano amarrados.

Con todo y estas dificultades los candidatos independientes tienen algunas ventajas en comparación con los candidatos de partido. El desencanto social que han provocado los institutos políticos trabaja a su favor, 70 % de los ciudadanos repudian a los partidos.

Teóricamente los candidatos independientes son personas cuya actividad cotidiana es más cercana a los votantes, por lo tanto, cuenta con mayor simpatía, prestigio y aceptación que la de los candidatos de partido. Tienen además un amplio abanico de posibilidades de tejer alianzas al no verse sometidos a negociaciones usureras con intereses de grupo que cobijan los partidos.

Sin embargo también compiten con desventajas. No cuentan, por ejemplo, con una estructura territorial similar a la de un partido. El candidato independiente tiene mayor dificultad para acceder a los recursos necesarios para su campaña. Los ciudadanos desconocen su ideología, por tanto, los electores pueden desconfiar de su verdadera identidad y de los intereses que están detrás de él.

En San Luis Potosí también ha prendido la fiebre de los independientes. El pasado 15 de noviembre, fecha en que cerró el registro ante el CEEPC, se conoció que 50 potosinos y potosinas manifestaron su intención de obtener registro como candidatos independientes.

En este momento no sabemos cómo les va a ir en las elecciones del próximo año, pero una cosa es segura: con su participación estarán contribuyendo a terminar con el monopolio de los partidos políticos en eso de postular candidatos a puestos de elección popular.

Caras y caretas.

I. El registro del diputado Xavier Nava como candidato independiente a la alcaldía de la capital provocó irritación y nerviosismo en las filas de la Gallardía.

II. El Secretario de gobierno reconoce que los índices de inseguridad se han disparado, que no han sido eficientes, que los criminales se han empoderado.

No basta admitirlo. Un gobierno que se mide por resultados debería encontrar soluciones a este terrible problema que daña la paz y tranquilidad de las familias potosinas

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